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Algunos regalos vienen en envolturas muy extrañas.

Updated: Jun 20


Jueves por la noche, Mérida Yucatán a 05 de junio del 2025. Pareciera que junio es de los meses más reveladores para mí. Una de mis tías más queridas dice que su número es el 3, todo lo importante, lo bueno, lo revelador y significativo le sucede dentro de la casa del número 3. Yo le dije que francamente, aún no tengo mi número. Quizá para mi sea el seis, haciendo la sumatoria de mi fecha total de nacimiento resulta el numero 33. Que sumado nos da seis, y a la vez, un poco de mi tia. De su sensibilidad, su suerte y sobre todo nuestra espiritualidad que nos hace conectar tanto.


El despertar espiritual ha sido un camino interesante. Comencé por ahí del 2023, y sin clavarme tanto en los detalles, puedo decir que fue el primer regalo que me di después de haber saboteado una relación de 10 años que en realidad debió durar 10 meses. Me permití cuestionarme hasta el más mínimo planteamiento que yo tejí sobre el amor. ¿Qué cubre mis necesidades?, ¿Qué me hace sentir amada / Cómo hago sentir a la gente amada? etc. Descubrí que muchos de esos planeteamientos no eran míos, varios eran aprendidos desde mi hogar, otros con la formación de los amigos, el cine, el arte, algunas historias que una escucha por ahí y mayormente en la tormentosa relación de Carrie y Big en Sex & The City.


El segundo regalo que me permití fue deprimirme, sí, básicamente tirarme al carajo y no hacer "nada". En este viaje a Mérida, platicaba con mi amigo Yeshaya (ישעיה en hebreo, Isaías en español) sobre la tradición judía llamada Shiv'ah (siete en español, refieréndose al período de siete días de duelo que sigue al entierro, cuando alguien muere). Dicho duelo se vive a través de rituales y períodos específicos, cada uno con sus propias costumbres y normas. Los dolientes se sientan en casa, reciben visitas y se abstienen de ciertas actividades placenteras. Dentro de esas restricciones o ese "no hacer nada" se le solicita al doliente: No trabajar ni participar en actividades sociales.

No realizar tareas cotidianas habituales.

No afeitarse ni cortarse el cabello.

No usar cuero ni joyas.

No tener relaciones sexuales.

No estudiar Torá (excepto en algunos casos relacionados con el duelo).

No asistir a celebraciones ni fiestas.

No maquillarse.

No lavar ropa.

El propósito de estas indicaciones o normas es reconocer y expresar el dolor, en lugar de reprimirlo. La Shiv'ah permite a los dolientes concentrarse en su duelo y honrar al difunto. Después de la Shiv'ah, continúan otros períodos de duelo, como el Shloshim y el Avelut, con diferentes niveles de observancia. Yeshaya me contaba lo simbólico de la silla, pues en el Avelut se hace una ceremonia donde el doliente, al terminar su duelo, se levanta de su asiento, tras haber pasado días de abstinencia, de no añarse, de literalmente no hacer nada más que permitirse acompañarse y sentir su dolor, como símbolo de seguir adelante en la vida.


Digamos entonces que este segundo regalo que me di fue mi Shiv'ah, donde me permití exclusivamente dormir, llorar y comer. Y el cual, de verdad considero un privilegio, pues ¿podríamos en la sociedad de Occidente, como la nuestra...darnos un lujo de tener un ritual así? Suena más que raro utópico o imposible. Hay jornadas largas y extenuantes qué cubrir, tantas cuentas por pagar, hijos qué mantener, una sociedad desigual, empresarios que no se pueden deslindar, hay falta de libertad para sentir.


Mi tercer regalo vino en forma de equipaje, me quedé tan sola que ya no había nada más que cargar y mi maleta se volvió ligera. Es impresionante cómo en una maleta de 8 kgs puede caber lo necesario. Viajando te das cuenta que tanta ropa sobra, que los medicamentos no son tan necesarios, que cura más meditar, dormir bien y tomar agua que un paracetamol para el dolor de cabeza, que necesitas aire en tus pulmones, un trabajo digno y un lugar que te haga sentir en paz para vivir como millonario.


¿Has tenido la sensación de decir: estoy aquí y tengo todo lo que se supone que debería de hacerme felíz, pero me siento tan vacío? A mí me pasó tantas veces en la habitación con mi ex pareja, tumbada en la cama, viendo al techo y sintiendo una opresión en el pecho que me gritaba que debía salir de ahí. Estaba segura de que me estaba perdiendo de muchas cosas, no sabía si lugares, viajes, personas o actividades, pero sentía una angustia de estar en un lugar tan "lleno de amor" pero tan vacío de experiencias en el mundo.


Hoy te puedo decir que afortunadamente estoy viviendo toda esa vida que soñaba, el techo se convirtió en el cielo de muchas playas donde me he podido tirar al mar para que me abrace completa, en una hamaca en Mérida, en la cama de varios hoesteles que se han vuelto mi casa para recordarme y confirmarme que yo soy mi propio hogar. Lo que me permitió dar ese salto cuántico fue el teletrabajo, a ver...soy romántica pero también realista. No voy a andarme con mamadas y decir que todo ha sido manifestación, oración y que las cuentas se pagan solas. A mi me permitió viajar el estudiar idiomas, entrar a una empresa americana, el masticarle bien al inglés, el ser una mujer segura de lo que digo aún si dudo mucho lo que hago, el fake it 'till you make it, el aprender de cada una de las experiencias, también tuve trabajos pésimos, dudé mucho de mí, perdí tiempo, sin embargo la manera de responsabilizarme de mi vida es lo que me pudo sacar a flote. Levantarme de mi silla judía, caminar hacia adelante.


Y en el viaje he conocido a gente muy interesante. Desde mi amiga Trudy de Jamaica quien he visto ahora caminar más en paz y luminosa. Mis amigas San y Jenni de Argentina, que me enseñaron a preparar las mejores ensaladas, a decir y hacer las cosas con agallas y como son, a ser media bruja y alquimista, a ser yo en un lugar franco y sororo. A mi tía Mayela, quien se ha puesto a platicar conmigo sobre los sueños, que me contó de nuestra tatarabuela y entendí el por qué de muchas cosas, muchos de mis sueños, por qué mis talentos, por qué las manos, por qué la escritura y el arte. Y he de hacer un paréntesis porque aquí en el hostal de Mérida he cocinado como nunca a mis amigos extranjeros, cuando yo en mi casa no frío ni un huevo. Quizá alimentar a otros me permita decirles que los amo, se me hace otra clase de arte, quizá el invocar ahora a mi tataruabuela en la cocina ayuda a que me salgan bien las cosas, dejo a mi intuición dirigir todos los herbores y las especias, no pienso cuánto de sal o pimienta, simplemente ya tengo la pizca en la mano, las manos. La parte de mi cuerpo que conecta con mis ancestras. He preparado chilaquiles, molletes, tacos gobernador, la Carlota de limón. Y todo con la intención de ver a mi gente reunida, a mi familia nómada. Amo tomarnos de las manos e nvitar a Jesús a nuestra mesa, al Dios que siempre bendice nuestro trabajo y el trabajo de todo aquél que haga posible un simple aguacate, jitomate, cebolla o chile. Se come muy diferente cuando se brinda un momento previo de oración para agradecer la comida.


Así que a Manon (HOLANDA), Yeshaya ( ISRAEL) , Trudy ( JAMAICA) , Sandra y Jennifer (ARGENTINA), Arturo y Segio (MÉXICO), Willhelm (HOLANDA), Laurleen (USA), Mayela y Lilly (MÉXICO), Christian (USA). Les agradezco por ser muchos regalos que han llegado en envolturas diferentes e internacionales. Cada uno con sus "cositas", su sazón y sus rarezas, sus idiomas y costumbres, sus procesos, las conversaciones profundas, las pavadas como dicen en Argentina.


Me han enseñado a cocinar mi vida a un fuego más lento y de una forma muchísimo más rica en todo el sentido de la palabra deliciosa y de riqueza. A experimentar y ser compasiva conmigo aún cuando se me queman las cosas. Estar frente a la estufa es una cosa bien poética, puedes encerrarte en el proceso y enfocarte a hacerlo por ti misma o puedes darte cuenta que tienes alrededor a gente que siempre está dispuesta decir: ¿en qué te ayudo?. Qué importa si cortan diferente el jitomate, qué importa si en Holanda lavan diferente los vegetales. Nadie va a hacer las cosas como tú las haces y no por eso significa que esté mal hecho. Qué importante vivir aberta a eso, a dirigir la orquesta de la cocina con la total humildad de saberse dependiente de la conexión con los demás. Más que ayudarme a ebullir, me han ayudado a expandirme. Gracias a cada uno de ellos, con amor: María Montserrat.



PS. Se vale descansar un rato en el refrigerador, porque el calor de Mérida está deliciosamente insoportable jaja.







 
 
 

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