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Escribir a retazos.

Updated: Jun 20

Estoy en la notaría 186 y 50, calle Saturnino Herrán, me acuerdo bien del nombre de esa calle porque Saturnino Herrán es de mis pintores favoritos; como siempre, el arte formando recovecos sólidos y fuertes en mi cabeza, todo aquello que me conmueve se me queda, lo que me haya provocado una emoción fuerte, una idea, un enojo, un asombro. Estoy firmando mi primer documento con la Sociedad General de Escritores de México, aceptando a ser representada por ellos de manera legal y monetariamente. "Oficialmente soy escritora", ¿cómo les explico que después de aquella única novela corta publicada por ellos, no he escrito ni un carajo? o bueno sí, he escrito a retazos. No tengo una columna, ni publico con el Reforma, ni me ha mencionado The New Yorker, ni tengo un blog, ni mucho menos he terminado aquel guión sobre la niña caníbal que se comió a su madre. Aquel guión que se fecundado en un taller de guión con Luis Mandoki, y cuatro años después se sacudió el polvo en un diplomado de escritura creativa que tomé en SOGEM, donde me desanimé porque quien yo creía un mentor para dar a luz ese guión, no paraba de hablar de que yo estaba guapa, me incomodé. Abandoné a la niña caníbal, igual que su madre. Perdón, por fa no me comas. Pa' acabar pronto no tengo obra hecha de nada, en cambio tengo retazos, cachos y trozos de textos sobre pensamientos que me atropellan, unos fugaces, otros intrusivos; situaciones que me han agarrado mal parada, otros que me han hecho mal parida, y otros que sugieren que soy poco más que una parodia, parodia de escritora, parodia de guionista, parodia de creativa. Inspiraciones que no saben de lugar o de pudor, pues regularmente me agarran en el baño, en la ducha quiero decir, no vaya uste' a creer que me agarran como al Tigre de Santa Julia, suficiente tragedia es ser una escritora mediocre, como para que la inspiración la agarre a una cagando.


...Conserva el derecho moral y patrimonial. Leo en el contrato, qué tranquilidad saber que lo único que he escrito está protegido, me gusta sentirme protegida.—"¿Qué ocupación le ponemos?, ¿Tienes alguna duda?—pregunta Paola, secretaria de la notaría, quien me ayuda a leer el contrato.—Diseñadora, o bueno no, escritora...ponle escritora, o a ver espérame, ¿me puedes ayudar a definir esto?—Cómo se me ocurría preguntarle eso, cómo carajos va a saber Paola si ya me definí o no a también ser escritora, como si la diseñadora no le diera espacio a la que escribe, si la que escribe come de la diseñadora. Relación tan más confusa. Cómo decirle a Paola: sí claro mira, de lunes a viernes, de 8:00 a 4:00 soy diseñadora, me encanta. Y de 4:00 a 10:00 hago lo que puedo, ¿me entiendes?

Me pregunta sobre qué escribo, yo siento una cosa que me recorre el cuerpo en segundos, una corriente de frío o electricidad, recorriendo mis ductos sanguíneos del dedo gordo a la cabeza.—La verdad escribo de lo que puedo—y se siente un chispazo que vino a encender una mecha, una mecha perdida, que seguro dejé en el ático del: "ya mañana lo hago", "al rato escribo", o "algún día escribiré ese libro", ese libro donde puedo sacarme tantas cosas, donde por fin hablo de la ruleta rusa que es relacionarme con mi madre, o puede ser mi hater número uno, o puede salirme la catafixia de hermana ansiosa por competir conmigo, o puede simplemente no estar, qué surreal decir eso en una cultura tan endiosada de la madre, que sí quise muchos años ser la madre de mi madre para (como dice Rosen Jarden) darle esos besos que le faltaron cuando niña. Le leería todos los cuentos que nunca nadie le leyó...Le enseñaría que la vida es bella entre los brazos de quien te quiere, que el amor no es dolor (y agrego) que no todo se resuelve con violencia; en ese libro hablo de ciertos tocamientos por parte de una tía, recuerdos vagos porque yo tenía como 6 años. Perdón por no describir más, todavía no puedo hacerlo. Hablo de la señora loca que me atacó por la espalda en una reunión de Cuernavaca, de lo surreal que fue hablarle a una patrulla y al querer denunciar, me dijeran: mejor váyase si no quiere que se la vuelvan a madrear, de cómo el "amigo desde hace 15 años" que me invitó ahí "me apoyó" invitándome "a seguir la fiesta", sin creer en mi palabra, "fue una pelea de viejas". Yo salí del baño y me atacaron por la espalda, aún defendiéndome como pude, todavía quedé con la nariz ensangrentada, todavía siguieron como si nada, todavía me quedaron a deber dinero, todavía se burlaban de mí cuando dejé la casa. No es por floja que no escribo, de veritas de veritas, es que a veces me cuesta describir la sociedad en la que vivimos. Hablo de cómo un familiar al que amaba me amenazó con golpearme la cabeza con un martillo. Hablo de cómo cada una de estas cosas JAMÁS quiero que te hagan la idea de que soy una escritora víctima, porque seguramente en muchas historias soy villana, que así sea, soy una escritora responsable, responsable de ya no seguir cargando con todo eso, porque quisiera decirte que esas cosas ya no las pienso de vez en cuando pero aquí no vamos a escribir mentiras. Y si tenemos cargadas tantas cosas en el tintero, te invito a que agarres hoy tu pluma y te descargues. Cito a Brené Brown: La fuerza de aceptar nuestras historias, incluso las difíciles, es que podemos escribir el final.

Y ojalá este blog sea eso para ti, una invitación constante a contarte, a leerte, y más que a hojear te invite a escribir; y si no quieres o tampoco puedes, no te atormentes si tú también tienes tus chachos, tus retazos de textos, de sentimientos, de situaciones, irlos aceptando te ayudará a escribirles final, a ponerles un punto. Escribo más que por el punto por el a parte, a partir de un capítulo nuevo siempre. Y sí, si le dije: escritora, por favor ponle escritora. Firmo el documento. Paola me ayuda a ponerle punto decisivo a esto y de paso, me toma una linda foto.

—Margo Quiroz.





 
 
 

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