Receta infalible para fracasar en el amor.
- Montserrat Cornejo
- Apr 5
- 8 min read
Updated: Jun 20
Otra vez la libreta y yo en vez de estar hablando esto con la persona con quien quiero hablar. Pero bueno, lo mío es escribir, así que aquí estamos. He sido invitada nuevamente a cuestionar mi tipo de apego. Diagnóstico: oscilando entre el ansioso y el evitativo. Pasé de sobre expresar las cosas a decir: ¨me largo¨ ante cualquier primer cosa que considere amenaza emocional.
Y tras hojas y hojas de primero drenar todo lo que no dejaba de rumiar en la cabeza, empecé a acomodar ideas y emociones, que se ven bien distintas una vez que encuentran su lugar; son útiles, comunicadoras, portadoras de valiosísima información. Para este proceso me di cuenta que antes que nada, necesita una vaciarse, dejarse ir en un vomito textual, después estructurarse, llamar las cosas por su nombre, ser honesta, no guardarse nada y con esto pude llegar a una claridad para descifrar mis pasos o conductas ante una amenaza emocional. Los enlisté y vi que parecían una receta de cocina. Una fórmula matemática.
Así que quise, tomando uno de mis principios de vida que es: la comedia hace lo tenso menos denso. Decidí enlistarle como tal. Por qué, pues porque igual que cocinar, tampoco se darle orden a mis emociones jaja, se me quema el agua igual que se me quema la cabeza sintiendo tanto. Y será porque estoy entrenada a sentir con la cabeza y no con el corazón y también porque en el sub-texto, algo me dice que la cocina se ha visto en la modernidad de la mujer productiva, como algo ajeno o denigrante en nuestros días. Ha tomado un discurso de empoderamiento falso donde el trabajo y la profesión tienen un peso superior al de la ama de casa que se la pasa todo el día hermanando fogones*. Sin recordar que, fue Rosario Castellanos, quien sin salir de su cocina, fue escritora, periodista y diplomática y ganadora del Premio Legión del Libro y el Premio Xavier Villaurrutia, una lastima que se muriera de una descarga electrostática. O como Laura Esquivel, la novelista y política mexicana, con su personaje Tita de Como agua para chocolate, quien más que cocinera era alquimista, dejando su pasión entre los moles y chorizos, quien con aquel mole de pétalos de rosa y codorniz, pudo penetrar a su amado Pedro, pudo liberar la sexualidad de sus hermanas, pudo exhibir la excitación de su castradora madre y pudo liberarse de toda una vida bajo su sombra, pues su mamá Elena había invadido todo su ser, pero jamás su cocina. Así que..LA COCINA. *Laura Esquivel supo descifrar ese lugar como un encuentro de hervores y de inspiración. Incluso dijo que: ¨Si Aristóteles hubiera guisado, más hubiera escrito", "El simple acto de cocinar es un acto de amor", "Algunas historias empiezan a través de la cocina, porque cocinar despierta sentimientos e incluso el valor para hacer un cambio". Y yo le creo. Pues en la cocina se transmite también el conocimiento y me atrevo a decir que también miedos generacionales. ¿Con qué estamos alimentando a nuestras hijas y nietas?
Y pues bueno, aquí estoy. Sin ninguna puta idea de cómo cocinar y mucho menos cómo entrarle al amor, ni permitiéndome quedarme a ser vulnerable. O al menos quedarme, ya lo vulnerable se me irá saliendo. Los dos son para mi terrenos bien desconocidos. Desde chiquita nunca se me permitió acercarme al fuego, se me daba el platito en la mesa bien servido, nunca me esforcé a picar tomates, ni me permití llorar con las cebollas y mi abuela siempre me decía: "así no, mejor yo lo hago"o "quítate de ahí porque te puede pasar algo". En el amor mi abuela era completamente atea, me contaba de un novio que tuvo por el cual se volvió loca, Antonio se llamaba, o Francisco, da igual. Sus papás los separaron. Lo que me llamaba la atención es que siempre finalizaba con un molesto y resignado: "y luego llegó tu abuelo", después un suspiro. Dios me perdone por estar contando esto y si mi abuela me viene a jalar hoy las patas, aunque se enoje conmigo, ojalá de paso me abrace.
El caso es que peladito y a la boca recibí siempre las cosas. Será por eso que me cuesta mucho cocinar el amor. Mi fuego no es lento, es abrasivo. El agua se me quema, beso fuerte, siento mucho, miro intenso, enciendo todo, entrego todo y quiero lo mismo de vuelta. Eso no es amor, es pasión. Primera cosa que acomodo en el recetario. INGREDIENTE NÚMERO UNO: PASIÓN.
CANTIDADES: DEPENDE QUIÉN LA PROVOQUE (Honestamente).
APORTA: PLACER, GOZO, ENCANTO (Y vamos, quién no va a caer rendido ante eso).
Ok sigamos. Hoy de adulta me encanta picar cebollas y para verme cool o como una escritora bien poética, diría que es porque es el único momento donde me permito llorar frente a otros, pero esas son mamadas. Me gusta picar cebollas, porque me fascina hacer cachitos las cosas y punto. Siento rico picar, es como que me imagino el cuchillo rebanando lento y me da una satisfacción extraña. Lograr cubitos perfectos, simétricos, parecidos. Entonces cuando el cuchillo no tiene filo o yo tengo poco tiempo, me salen unos cubotes raros, imperfectos, y me empiezo a desesperar, entonces tiro todo por la borda y empiezo a perder cuidado en cortar las cebollas con delicadeza, ya me vale madres como salga y empiezo a cortar como "chef desquiciado¨ para que salga rápido esto y acabar cuanto antes. Ah....o sea que ante el primer error, me chispo. Interesante. Soy una perfeccionista de mierda. No me sorprende y no, tampoco me enorgullece.
INGREDIENTE NUMERO DOS: INTOLERANCIA AL ERROR.
CANTIDADES: SUFICIENTES PARA SABOTEAR LAS COSAS.
APORTA: FALSO SENTIDO DE PROTECCIÓN, CONTROL DE LA SITUACIÓN Y ABANDONAR LAS COSAS.
Después nos pasamos con la proteína, Bien podría ser pollo o pescado. Me encantan ambos. Me gustan por tiernitos y versátiles, además de que los considero saludables. Pero me caga, me caga el miedo de la contaminación cruzada, las amebas que tiene el pollo y tener que cuidar la cocina de sus bacterias. Me estresan las bacterias. El caso es que le entro al pollo, pero con mucho miedo y desconfianza. Y claro, adivinaste, me pasa lo mismo con el amor. Primero le calo a ver cómo viene este pollo, si está lo suficientemente grande para alimentarme, si viene muy golpeado o no tanto, si tiene la grasa para dar sabor, si hoy tengo ganas más de muslo o de pechuga, que regularmente vengo escogiendo pechugas, porque son fáciles de cocinar, a mi que se me pega el huevo a la sartén. La pechuga es bien versátil, sirve igual para ensalada que para milanesa y la puedes congelar por días. Te resuelve la vida pues, es práctica y sencilla, pero alimenta rico depende cómo la cocines. Y hasta te tira un hueso para el perro si la haces caldo. Pero sabes qué, me suena a que la pechuga es muy pasiva, hay que estarle dando dirección todo el tiempo y sobre cocida se pone bien dura, o sea, que no aguanta mucho calor, se contrae con tanto fuego.
Pensemos pues en el pescado, me encanta marinarlo con limón, ajo, pimienta, romero, orégano y cebolla. Como que le pongo más cuidado. Hasta babeo de pensar en su juguito. Siento que como se coce rápido, me pide estar más pendiente del sartén, me hace saber que tengo que quedarme cerca para checar constantemente su cocción. La verdad es que también se me ha pegado al sartén, pero aún así hecho trizas sabe rico en taco. Aún sobre cocido nomás queda más suave, un poco seco, pero masticable. Lo mismo puedes hacer con él un ceviche que un taquito gobernador, marinarlo que empanizarlo, aguachile o coctel. Además de que es muy fresco y me ayuda con el calor. Y lo puedo acompañar con un vasito de cerveza. Éxtasis puro. Sabe riquísimo, es muy sano y además viene del mar. Y a mí me encanta el mar y sentir(me) agua.
INGREDIENTE NUMERO TRES: CONOCER BIEN MI PROTEÍNA. CONOCERME COMO COCINERA.
CANTIDADES: UNO Y UNO.
APORTA: COMPATIBILIDAD EN LA RELACIÓN. HAY QUE ELEGIR LO QUE EN VERDAD NOS GUSTA Y SOMOS CAPACES DE AMAR. NOS ALCANZA, SE SIENTE AMADO, ME SIENTO AMADA. SIN QUERER CAMBIARLE NADA, SIN QUERER HUIR DE SUS DEFECTOS. QUE AÚN SI SE TE PASA EL FUEGO, O LA PROTEÍNA NO SALIÓ COMO ESPERABAS, QUIERAS ENCONTRARLE UNA RECETA PARA PODER COMÉRTELO.
Entonces...he sido una mala cocinera, sí, pero también he estado eligiendo mal la proteína. Hombres que se asustan de mi fuego, y tampoco es que yo me haya quedado a dialogar con los ingredientes. Es que a mi ante la amenaza de quedar abandonada, engañada o con posibilidades de salir herida:
Se me disparan las alertas y el mecanismo de defensa. O sea, se me llena el cuerpo de cortisol y adrenalina ¿y saben qué me pasa? me bloqueo. La olla express me explota por dentro y se hace un batidillo en mi cocina que no sé por dónde empezar a limpiar, mucho menos sé cómo explicarle al otro lo que siento. Me blindo, me contraigo, quiero irme.
Salgo de ahí a como dé lugar. Sin mirar atrás, sin importar si le apagué el fuego a la estufa o no, si se me quemaron los frijoles, sin saber si se cayó la leche o se quedó dentro. Sin saber si mi pescadito me quiere de vuelta en el sartén.
Empiezo a dudar de todo. Disonancia cognitiva. No tengo idea de si lo que hice estuvo bien o mal y necesito validar esto con otra gente. Entonces empiezo a llamar a mi mejor amiga, a mi mejor amigo, a mi psicóloga y chistosamente hablo con todos, menos con la persona que quiero hacerlo. No sé qué es, pero algo me dice que no lo va a comprender, o que no le importa, o que ya para qué se lo digo.
Empacho o resaca emocional. En este momento quiero / espero / me ayudaría que mi pescadito quiera / intente / se acerque a hablar conmigo. Pero cómo si yo solté el sartén. Alguna vez mi mejor amiga me dijo: no todo es tu responsabilidad. Empiezo muy confundida en esta parte. Aunque eventualmente llego a un punto más pacífico, donde nadie tiene la razón y se vale despedirse amablemente si ya no vamos a seguir en la misma cocina.
Me atrevo a hablar, o al menos a explicar lo que sucede. Simple y sencillamente porque no quiero seguir huyendo. Y porque en el fondo, muy en el fondo, en realidad regreso a ver si lo que tenía en el sartén era pescado u otra cosa. Si se endureció entonces era un pollo más, si se achicharró era puerco y si me salpicó de sangre era carne.
El caso es que les acabo de dar la receta precisa para fallar en el amor. Protegerse hasta el tuétano con tal de no salir lastimada. Y la inteligencia artificial es tan poco artificial que mientras pensaba en este texto, me salió un reel en Instagram que hablaba sobre esto y decía lo siguiente:
El éxito profesional no es suficiente si la vida emocional está destrozada.
Evitar el dolor no nos protege, evita que vivamos plenamente.
La vulnerabilidad no es una debilidad, sino una fortaleza que permite relaciones más auténticas.
El amor requiere riesgo, apertura y la disposición de confiar en los demás y uno mismo.
Y no me lo tomen a mal, lo he intentado, he confiado, sólo que quizá sigo eligiendo pescados fuera del mar. O quizá no sea mi tiempo ahorita, o nunca, o quizá sólo así es la vida y las cosas no salen a la primera. Hay que intentar. Por mi parte yo me quedo preguntándome: ¿Como darme yo misma esa disponibilidad emocional?, ¿cómo en vez de pedirle al otro que NO se vaya, yo elijo quedarme aún si no sé si se va a quedar?, ¿qué pasaría si tomo riesgos inteligentes...y riesgos tontos también?
Gracias por haberme leído hasta aquí y por si en algún momento haces tu propia receta de cocina, la compartas con otros, porque el mundo necesita cocinar o al menos aprender a hacerlo. Síganme para más recetas, o al menos para más escritos.
Margo Quiroz.

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